La resiliencia es más antigua de lo que podríamos creer. Está relacionada con la filosofía estoica y también con el concepto de destino o amor Fati, que significa la aceptación de todo lo que pueda venir. Es una filosofía que se ve reflejada en el famoso filósofo Friedrich Nietzsche y en su devenir.
¿Qué es la resiliencia?
La resiliencia puede ser definida como un proceso, una forma de actuar, una herramienta o incluso una filosofía de vida. Lo mejor para definirla es comprender su finalidad. El objetivo de la resiliencia es superar la adversidad sin renunciar a la paz interior.
Es decir, es una forma de enfrentarnos a los obstáculos que irremediablemente trae la vida, pero sin preocupaciones exageradas o innecesarias. La resiliencia es una herramienta que ayuda a afrontar los problemas, es decir, que rehúsa evitarlos y que además se enfrenta a ellos de una forma controlada.
A menudo, se relaciona la resiliencia con el estoicismo, una forma de filosofía que nació hace casi 2.500 años.
Muchos profesionales también aluden a que la resiliencia es una capacidad que pone el foco en los aspectos positivos de los problemas. Es decir, si el problema apareció es que de algún modo tenías que aprender de esa experiencia. por tanto, los problemas son oportunidades de crecimiento personal.
Tipos de resiliencia
Bien, la resiliencia es una capacidad o una herramienta que puede adquirirse, pero. ¿Hay muchos tipos de resiliencia? Quizá eres una persona resiliente y aún no lo sabes. Estos son los tipos que existen:
Resiliencia natural
Es la resiliencia con la que nacemos, es decir, que solo está determinada por factores genéticos. No todos venimos al mundo con la misma capacidad de esforzarnos, aceptar el fracaso o de aprender de nuestros errores.
Los niños que nacen resilientes, no sufren demasiado por obtener malas calificaciones en el colegio y sin embargo, siempre están aprendiendo y disfrutan mejorando. Son niños que no buscan problemas y que tienden a arreglar pronto los conflictos con otros niños.
No son demasiado orgullosos y parecen niños alegres y con ganas de jugar.
No obstante, si no eres resiliente de forma natural, no tiene importancia, la resiliencia a menudo se adquiere con el paso de los años y el aprendizaje de las experiencias.
Resiliencia adaptativa
Esta es quizá la resiliencia más común y la más significativa, porque aunque una persona pueda nacer con una capacidad de resiliencia si en el futuro no puede enfrentar un problema, esa capacidad se vería muy afectada.
La resiliencia adaptativa es la que aparece cuando ante un problema actuamos con seguridad y optimismo. Cuando nos volvemos resolutivos en lugar de quedarnos estancados. Así aparece la aceptación y las oportunidades de crecimiento, que te ayudarán a tener una mentalidad de superación.
Resiliencia aprendida
Sí, la resiliencia se puede aprender y hay muchas formas de hacerlo. Realmente todos somos algo resilientes en mayor o menor grado, por lo que aumentarla no es tan complicado. Por ejemplo, puedes empezar a relacionarte más con personas que sean resilientes para que te contagien su entusiasmo y responsabilidad.
También, existen algunos ejercicios que puedes llevar a la práctica, por ejemplo ejercicios de respiración, relajación o yoga. Estos ayudan a reducir el estrés que nos atrapa cuando nos encontramos con alguna complicación. De ese modo podremos obrar con menos emoción y más raciocinio, acercándonos a los hechos sin tantos juicios de valor subjetivos.
También las terapias cognitivo conductuales son muy útiles para ello.
¿Cómo influye el pasado en nuestra capacidad de adaptarnos a las adversidades en el presente?
El ser humano, al igual que los mamíferos de inteligencia superior se basa en los conocimientos adquiridos para tomar nuevas decisiones. No podemos evitarlo, estamos hechos para la supervivencia.
Sin embargo, esto nos puede perjudicar ya que nos impide trazar nuevas rutas mentales y salir de nuestra espiral.
Si quieres cambios, no puedes tomar siempre las experiencias pasadas como modelo. Por ejemplo, si en el pasado estudiaste mucho pero no sacaste unas oposiciones, no significa que no sirvas para estudiar, sino que debes cambiar tus métodos.
8 ideas para fortalecer la resiliencia
Hay quienes desde que nacen por su naturaleza, o bien por el ambiente en el que crecen son resilientes sin esfuerzo. No se enfocan en lo negativo, aceptan las complicaciones y son pragmáticos para resolver problemas.
Otros en cambio solo ven dificultades incluso en los días más soleados, se victimizan, buscan excusas y evitan su responsabilidad para resolver cuestiones.
Para estos últimos la resiliencia puede ser un gran cambio en sus vidas, y empezar a implementarla es muy sencillo. Estas son 8 ideas:
Ejercicios de meditación
Uno de los grandes problemas de la falta de resiliencia es que somos demasiado espontáneos. A veces actuamos asustandonos en exceso por los problemas o atacando a quien creemos responsables. Lo primero es traer paz a tu mente. aprende a tomar un respiro y actuar después de haber pensado detenidamente.
Afrontar los problemas cuando se presentan
Hay quien, al contrario, no actúa. Teme las consecuencias de sus actos y no toma decisiones, se queda estancado. Si ese es tu caso, busca responder de forma rápida y práctica ante el problema. No te recrees en las consecuencias.
Mejorar tu comunicación
Sí, todo se arregla hablando. Si aprendes a comunicarte y a escuchar al otro sin una actitud defensiva tendrás mucho ganado para ser resiliente. Podrás exponer con más facilidad lo que te molesta o preocupa y hallar soluciones. Esto se aplica también a la comunicación interna.
Enfocarte en los aspectos positivos
Este es uno de los primeros pasos. Si eres optimista ya has hecho la mitad del trabajo. Enfocarte en lo bueno incluso cuando vienen momentos difíciles es la clave de la resiliencia. Y aunque creas que no, siempre es posible.
Anotar tu aprendizaje
Para reforzar tus primeros pasos en ser una persona resiliente trata de apuntar todos los días algo que hayas aprendido de un mal momento o circunstancia que hayas vivido. Por pequeño que sea. Por ejemplo, había mucha cola en el súper mercado pero gracias a ello te has acordado de enviar un mensaje a un amigo que hace mucho que no ves.
Enfocarte en tus logros
Puedes apuntarlos en una libreta o repasarlos cada noche o cada mañana. Lo importante es que le prestes máxima atención a todos los obstáculos que venzas. De ese modo te convencerás de lo capaz que eres y te costará menos.
Haz ejercicio
El ejercicio nos ayuda a mantenernos sanos y una buena fisiología es la base para una actitud positiva. Pero es que además, en los deportes siempre tenemos en cuenta kilómetros, gramos, metros o segundos. Nos enseña a ponernos metas y cumplirlas, a sacrificarnos. Por eso es una herramienta muy valiosa.
Practica tu fuerza de voluntad y prémiate
Finalmente aplica el conductismo y crea un refuerzo positivo. La vida no siempre es justa pero tú puedes serlo contigo. Cada vez que superes algo que te ofrece resistencia y te esfuerces, premiate de alguna forma. Un pequeño regalo, una tarde libre, una comida rica… De ese modo, fortalecerás cualquier actividad estoica.